Parte IV. La clave para la búsqueda de la felicidad. Descubriendo lo mejor de mí mismo.

Descubriendo lo mejor de ti mismo, como el programa de Coaching Ontológico Positivo, proporciona a los que lo llevan una guía de aquellas variables, hechos contundentes y situaciones, que las personas deben trabajar para tener una vida feliz, por medio de una serie de ejercicios de cuerpos en movimiento, verbales y emocionales que permiten a los practicantes reconocer sus rasgos y fortalezas más característicos, a la vez que determinarán qué pueden mejorar y cómo se debe de hacer.

La lección más trascendente de la auténtica felicidad estriba identificar “lo mejor de nosotros mismos”, aquellas fortalezas que tenemos y desarrollar esas habilidades, podemos mejorar sensiblemente nuestra vida y la de cuantos nos rodean.

El desafío es comprender cuál es nuestro inventario de cualidades positivas, conocer aquellas fortalezas que nos constituyen y determinar con ello ¿cuál es el propósito para ahondar en ellas y ser feliz?, hecho que nunca salta en ninguna mesa de trabajo.

En música y, sobre todo, en la música clásica, un movimiento es una parte de una composición más amplia o forma musical previsto para ser ejecutado en sucesión con otros, aunque propiamente posea un inicio y un final.

“Descubriendo lo mejor de ti mismo”, al igual que una pieza de música de una longitud determinada, tiene distintos movimientos y estos poseen distintas velocidades y tiempos, por lo que se usa el término movimiento y la palabra italiana que lo indica para referirse a cada una de estas partes. Por ejemplo, puede decirse que la sonata “Quasi una fantasia” de Beethoven, más conocida como “Claro de Luna”, consta de tres movimientos llamados “adagio sostenuto”, “allegretto” y “presto agitato”.

Los 5 movimientos de “Descubriendo lo mejor de ti mismo” son los diferentes Modelos de la Felicidad, que hemos venido investigando por años los mejores profesionales en la materia, y que, puestos en práctica individual o colectiva, nos va a llevar a descubrir lo mejor que cada uno como ser humano, persona y profesional posee.

El Primer Movimiento

P.E.R.M.A. Y los 5 pilares hacia la Felicidad Martin Seligman

“La felicidad es íntima, no exterior; y por lo tanto no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos”

Henry Van Dyke

Los 5 pilares también son conocidos como el “PERMA” en la Psicología Positiva.

Su fundador el Dr. Martin Seligman de la Universidad de Pennsylvania, después de años de investigación, ha desarrollado una “Teoría de Bienestar y Florecimiento” con 5 elementos medibles conocidos como P.E.R.M.A, por sus siglas en Inglés, (Positive Emotions, Engagement, Relationships, Meaning & Achievement) y se maneja así a nivel internacional.

El Dr. Seligman aclara que el “PERMA” es una “descripción” de lo que hace la gente con una felicidad y bienestar auténticos, y no una “prescripción”; es decir, no es una fórmula exacta que aplica igual para todas las personas; para algunas tendrán más peso algunos elementos como sus relaciones, para otras su sentido de logro, etc. Sin embargo, no cabe duda que el cultivar estos 5 pilares será de gran ayuda para incrementar nuestros niveles de satisfacción y motivación.

El Segundo Movimiento

“La felicidad y en las emociones en donde residimos”

Rafael Echeverría

“La felicidad se alcanza cuando, lo que uno piensa, lo que uno dice y lo que uno hace están en armonía”.

Gandhi

Las preguntas que debemos de hacernos

  1. ¿Por qué molestarse en ser feliz?
  2. ¿Para qué sentirnos felices?
  3. ¿Por qué la evolución nos dotó de estados emocionales que son tan insistentes, tan absorbentes, y que están, bueno, tan presentes que hacen que nuestras vidas giren a su alrededor?

Todas las emociones tienen un componente corporal, uno emocional, uno de lenguaje y uno espiritual.

Las emociones negativas son la aversión, la indignación, el temor, el resentimiento, la repulsión, el odio y similares. Estos sentimientos, como todo aquello que vemos, oímos y olemos, se inmiscuyen en la conciencia e invalidan todo lo que esté pasando.

En cambio, las emociones positivas tienen un objetivo fabuloso en la evolución. Amplían nuestros recursos intelectuales, físicos y sociales y los hacen más perdurables, acrecientan las reservas a las que podemos recurrir cuando se nos presenta una amenaza o una oportunidad.

Cuando estamos en estados emocionales positivos, las personas como nosotros mejoran, y la amistad, las relaciones amorosas y las coaliciones tienen más probabilidades de prosperará.

A diferencia de las limitaciones que induce la emoción negativa, nuestra actitud mental es expansiva, tolerante y creativa. Estamos abiertos a nuevas ideas y experiencias.

Tienes la capacidad de escoger tu ámbito de actuación y diseñar tu estado anímico de acuerdo con la actividad que quieras realizar.

Mediante prácticas y ejercicios vamos a ir revelando el componente de nuestros estados de ánimo y nuestras emociones, y podemos reconstruir corporal, emocional, verbal y espiritualmente aquellas emociones negativas que nos están minando y nos impiden ser feliz.

En resumen: las emociones positivas no solo producen bienestar, sino que también predisponen para actuar más eficazmente, en cualquiera de los aspectos de la vida en los que estemos ocupados.

El Tercer Movimiento

¿Y tú, qué generas: cortisol o serotonina?

La de veces que nos han dicho: ¡no te enfades, que te vas a envenenar la sangre! No era una metáfora, no, es algo completamente literal. También en Italia se dice mucho: ¡no te pongas negro tu hígado! Detrás de estas frases que parecen de broma subyace una verdad: nuestro organismo realmente es capaz de generar felicidad o desgracia. Son muchas las teorías que se manejan alrededor de las hormonas, pero hay una clara corriente que parece estar ya aceptada por todos. Hay personas que generan cortisol y otras que generan serotonina. Depende del carácter y cómo uno se tome la vida.

En la década de los 70 se descubrió la influencia que tenía nuestro sistema de hormonas para nuestro ánimo. Por ejemplo, ya se sabe que las endorfinas son fundamentales para hacernos sentir bien, y desde entonces se revolucionaron las formas sobre cómo atajar los estados pasajeros de ánimo como la depresión.

El responsable es el estrés, es decir, la segregación que nuestro organismo hace del cortisol. Lo hace porque entiende que se trata de una situación de alerta y tiene que prevenir a todo nuestro cuerpo para que libre bien la batalla. Cuando esa situación de alarma es constante produce adicción. El cuerpo se va acostumbrando a ese ritmo frenético que le impone el cortisol y nosotros, entonces, no damos abasto para complicarnos todavía más la vida, porque lo necesitamos. Pero el estrés emocional daña el cerebro, afecta al tamaño de sus estructuras, causa muerte celular, y merma las conexiones cerebrales. También debilita el sistema inmunológico, deteriora las capacidades cognitivas, e impide que el cerebro se regenere con nuevas neuronas. ¡Qué paradoja!

La solución para paliar esta disfunción se descubrió gracias a Carl Jung y más tarde a Alejandro Jodorovsky; ambos proponen la posibilidad de engañar al cerebro mediante metáforas positivas y revertir las situaciones de estrés.

El año pasado, desde Argentina, el gerontólogo Juan Hitzig proponía un abecedario emocional en su libro “Cincuenta y tantos”. Sus investigaciones demuestran que, alrededor de los 50 años, se encuentra el punto de inflexión biológica que define en qué forma envejeceremos. Tomando en cuenta aspectos biológicos, sociológicos, psicológicos e incluso espirituales, presenta una manera de vivir a partir de esos años que permitirá frenar el envejecimiento y renovar, con inteligencia, la segunda mitad de la vida de muchos. Ni cremas, ni Botox, ¡sólo buena vida!

“El cerebro es un músculo fácil de engañar; si sonríes cree que estás contento y te hace sentir mejor”. Según Hitzig, el pensamiento es un evento energético que transcurre en una realidad intangible pero que rápidamente se transforma en emoción. Un movimiento de neuroquímica y hormonas que, cuando es negativo, hace colapsar a nuestro organismo físico en forma de malestar, enfermedades e incluso de muerte”.

El S.A.R.D.

¿Cómo explicar la felicidad desde nuestro sistema hormonal?

“Cada pensamiento genera una emoción y cada emoción moviliza un circuito hormonal que tendrá impacto en los 5 trillones de células que forman un organismo humano”

Las conductas “S” (serenidad, silencio, sabiduría, sabor, sexo, sueño, sonrisa) promueven la secreción de Serotonina.

Mientras que las conductas “R” (resentimiento, rabia, rencor, reproche, reactividad, represión y resignación) facilitan la secreción de cortisol, una hormona corrosiva para las células, que acelera el envejecimiento.

Las conductas “S” generan actitudes “A”: ánimo, amor, aprecio, amistad, acercamiento, apertura, acción.

Las conductas “R” por el contrario, generan actitudes “D”: desánimo, desesperación, desolación, desesperanza, desidia, dolor y depresión

Con solo aprender este simple alfabeto emocional de cuatro letras: SARD desde edades tempranas lograremos vivir más tiempo y mejor, porque “la mala sangre” expresión que decían nuestros padres (mucho cortisol y poca serotonina) deterioran la salud, posibilitan la enfermedad y, aceleran el envejecimiento.

El buen ánimo y buen humor, en cambio, es clave para la longevidad saludable.

El Cuarto Movimiento

La Fórmula de la Felicidad de Sonja Lyubomirsky

“Durante la segunda guerra, los expertos en aviación dedicaban mucho tiempo y energía a estudiar por qué los aviones se caían. Luego alguien dijo ¿por qué no estudiamos los aviones que se quedan en el aire?

Esa es una buena metáfora de lo que hacemos: estudiar por qué la gente feliz es feliz, por qué la gente sana es sana, por qué la gente exitosa es exitosa”, explica la autora de los bestsellers “La Ciencia de la Felicidad” (The How of Happiness) y “Los Mitos de la Felicidad” (The Myths of Happiness).

Sonja Lyubomirsky es reconocida como autoridad mundial en el tema, pero está lejos de ser la única estudiándola. En la última década, ha habido una explosión de investigaciones sobre la felicidad, el mundo parece estar obsesionado con el tema.

Es que los beneficios de ser más felices son muchísimos: un meta-análisis de estudios al respecto, conducido por Sonja y sus colegas, determinó que la gente feliz es más productiva y creativa, obtiene mejores trabajos y sueldos, son mejores líderes y negociadores, son más exitosos en sus matrimonios y populares con sus amistades, tienen mejores sistemas inmunes, viven más, sufren menos accidentes, resisten mejor los traumas y el estrés, y tienden a ayudar más a otros y ser más f filántropos.

Entonces la pregunta que surge es: ¿se puede ser más feliz o viene en nuestros genes? ¿qué técnicas aumentan nuestra felicidad? ¿cuál es la dosis óptima o la dosis tóxica de estas técnicas? ¿qué hacemos para que nuestro país sea más feliz? ¿Se puede ser feliz de forma duradera?

Sonja Lyubomirsky, doctora en psicología e investigadora en el campo de la felicidad, establece en su libro “La ciencia de la felicidad”, creado tras más de 20 años de experimentos y pruebas que, la influencia genética la que nos proporciona nuestra capacidad para ser felices en un 50%. Asimismo, establece en un 10% la influencia de los factores externos, lo que viene a apoyar la teoría de la adaptación hedonista, que ya anticipaba la escasa influencia del entorno en nuestra capacidad para ser felices.

¿Y el 40% restante? ¿Podemos hacer algo para ser más felices? Para Lyubomirsky el 40% que resta para completar la ecuación, corresponde a aquello que hacemos y que pensamos, es decir, a nuestras actitudes hacia la vida, en cómo tomamos las cosas, las actividades intencionadas y a nuestras estrategias mentales para ser felices.

Es reconfortante pensar que en un porcentaje tan elevado nuestra felicidad depende de nosotros mismos, de nuestra actitud, de nuestros pensamientos y de nuestras acciones. Si la ecuación de Lyubomirsky es cierta implica que aquello que nosotros hagamos de forma consciente y voluntaria para ser felices es 4 veces más importante que aquello que no podemos controlar. Por tanto, ya no tenemos excusas para delegar algo tan importante como nuestra felicidad al destino.